martes, 11 de septiembre de 2012

YA SE VAN LOS LIMPIALACENAS !OIGA Y QUE VAYAN LIGERICOS!






¡Los limpialacenas! Esos parientes lejanos que sacuerdan de tu persona cuando llega el veranico y entonces te vienen a visitar, con una alegría chacho, que paece que duermas con ellos tól año en el minmo colchón. Un encariñamiento, unos arepretujones, unos besos babosos, los bolsillos entaratañaos y sin una mala perra gorda.

Este año nos ha visitao el viejarrancano del duende Faustino, un primo peñazo de mi pare duende que se quedo tiniente con un mal follonazo de su exparienta duenda “la asorrata”, y se trajo consigo una morenaza jaquetona con un par de agarraderas, que ríete tu del botijo orejón de mi tío duende Manolo. Al tontaina del Pascualón le dieron dos vueltas de campana los baleos cuando la vio y a mí  me levanto el…animo de una manera impezonante.

El zurrón de mi duenda suegra que está mu desanchá la señorona, les hizo pasar a mi setica y yo que creía que no iba a cargar ya con una maleta hasta el año que viene, pos toma seis maletones más y un pañuelico tienda. ¡Que llevaría la tía pendona en su maleta que pesaba como un templo!, oler no olía a muerto, pero yo hubiera jurao que llevaba en ella a “la asorrata” corta a trocicos. A mí eso me se quedo clavao, yo tenía que enterarme de lo que llevaba, porque una chavala asín con un canco como el duende Faustino, que ahora le gustaba, ya ves a la vejez tostones, que le llamaran Tino, me paecía mú raro.

Mi duenda suegra tiro la seta por la ventana, venga perniles, venga quesos, chorizo, vino y puso la mesa que paecía una boda, ¡no le gusta destacar ni ná a Doña coliflor!


Pos haya que vamos tos y nos sentamos pá cenar y aquí la Mari Pepa me se sentó enfrente con toa la pechuga al aire y aprovechando que mi duenda se hubia ido al amasador me empezó a meter pie por debajo de la mesa camilla. Pero ¡ay periñan! cuando llego a las partes blandas que por aquel entonces ya estaban más duras que el cocote Cristo, pegue una surtía con tan mal tino, que al Faustino Tino le puse el potaje de sombrero. ¡Chacho la que la lie!, mi duenda suegra me empezó a chillar y yo con la cosa más tiesa que un ajo, al volverme, con el rabo, tire la jarra del vinico que hubía traído mi duenda, también, con tan mal tino que fue a parar al escote de la Mari Pepa de mis amores. Toma blusica moja, toma pezones al viento, ¡toma leñazo de mi duenda!


Dimpues de la meloná me toco dormir en el sufa, con un calentón de tres al cuarto y con un comecome con la dichosa maleta que, disinquieto, me levante a licinciar lo que llevaba dentro y en esas que me encuentro a la zopenco con un salto de cama de ¿periquín ves al padre? en medio del pasillo. 


!Me cagüen¡, me sabalanzo y me puso las tetas en toa la cara, empezó a chuparrajearme tó el cuello que me lo dejo sin roña, me dio besos hasta en el carné de identidad y cuando echo mano al manubrio oigo que me tosen en la oreja ¡coñio mi duenda suegra! los gritos se oyeron hasta en la Alquería, se levanto el Faustino Tino, mi duenda y medio vecindario.

 -Chacho, primo Faustino Tino  – les dije-  ¿pero es que no os quedáis pá vendimiar?

Y sin mediar palabra salieron de raspa de mi setica,  eso sí, con las banastas llenas de jamones, quesos, vinicos, chorizos y un marco de plata, la cubertería del ajuar de la yaya duenda, la zafa de mi duenda, el orinal que le regale a mi duenda suegra por la Navidad, dos mantelerías bordás y un sinfín de cosas que estaba guardando yo pá la herencia de mis futuros duenecillos.
¡Si hubía sabió yo esto como es capaz!

Mia tu por ande y de mala manera, un día dimpues mentere yo pá que quería la pájara las maleticas del copón, pá limpiarnos de una viajá no solo la lacena, si no la setica al completo.
Los martingalas hubian echo de las suyas con varios parientes y  haya que se fueron con tres quilos más en la panza, el caracolico arranao y los faros luciérnaga altos, muy altos del peso que llevaban.


Dimpues de dos collejas y un sopapo mi duenda me perdono la fichoría y volví a dormir en mi catre. Eso sí, la Mari Pepa se llevo muncho, pero con las prisas se dejo el salto de cama de periquín y aunque me cueste, que me costara, yo se lo tengo que ver puesto a mi duenda, que es la que de verdad, de verdad, me calienta el pescuezo, la cama y la vida.


EL DUENDE