martes, 15 de enero de 2013

EL MISINO ESCALDAO DEL AGUA FRIA SE ESCAPA




¡Válgame la nona Antón! a mi ma mirao un tuerto con tres ojos, lo que yo les diga, voy más de culo que San Patras. La penúltima pasá estas pascuas, si hubiá sabio yo esto como es capaz, ma hubiera ido al Caribe, a la fuente el pino o a tomar por saco, pero tengan por seguro que no ma hubieran encontrao en mi güiscano.

Llego el último día del año, aporreó la puerta de mi setica y me se cayeron los palos del sombrajo, los aldones y las ansias. Allí estaba otra vez mi duende suegro con el porcelico en brazos, los dos haciendo pucheros y más secos cun torcazo.
¡Coñio! paece que al pequeñuso lo traía enseñao, ná mas verme me se tiro a los brazos con ese mirar lastimoso y con media lengua zapato me llamo chache.
 Cogí a mi cuñaico y me se cayó la baba, tan requetebonico, con ese pelico rizao, trompudico, más negro cun cerote, como la maere duenda cubana que lo pario y las orejas desabrochas, mia tu que tuve quesquivar en más de una ocasión pá que no me diera un guantazo con los soplillos, pero eso de que me llamara chache me llego al alma.


Pos resulta que la duenda cubana dimpues de limpiarle la cartilla, los arcones, los baúles y de agenciarse su gambusino se fugo con un elfo empresario fabricante de panderetas, endalias y fajas y a mi duende suegro lo dejo tiritando, con una mano delante y otra detrás y con el mochuelico a cuestas, sin una mala muda que ponerse. ¡Odo! mia tu que no tuvo otra el buen hombre duende que venir a mi setica a pedir auxilio. ¡Ah periñan! eso es lo que pedí yo cuando me vi entrar por la puerta a mi duenda y a mi duenda suegra cargas de bolsas del Duendedona.
Cuando el espantajo vio el panorama lanzo por los aires el tambor del sacopón, que voló sobre mi caeza y haciendo una perfecta curva que ya hubiera querio el Maradona en sus tiempos mozos, metió un gol por toa la escuadra en los cataplines de mi duende suegro !pobretico mío!, aquello se le puso tan gordaco que paecía que tenía tres huevos de avestrú entre las patas.


La cena fue un sin vivir, mi duende suegro con el yelo en el pingajo, mi duenda suegra haciendo malabarismos con los cuchillos y mi duenda y un servidor dándole jamón del güeno al zagaliquio puñetero que paecía que no lo hubia probao en su vida, menudo saque tenía el condenao y menudas ñordas nos regalaba de vez en cuando. Hijo de mi vida, comerás gloria pero no veas las pelfas que sueltas.

A eso de las doce, cuando la ultima campaná estaba sonado y las uvas ya se nos apelotonaban en la boca mi duenda suegra se matraganto

– San Blas, San Blas.

 Pero San Blas estaba en la puerta el sol tirando cobetes y mi duenda suegra morá tirando a pitufo entre la tos y los escupitajos falfullo pá sorpresa de tós los presentes.

-Tef perdofno.

 Chacho en ese momento se mapareció la virgen y venia acompañá de San Blas, San Apapucio y un coro de ángeles cantores. Vi las puertas del cielo debarenbar, por fin me iba a deshacer de mi duenda suegra. ¡Chanchas marranchas! o las espichaba o se la llevaba mi duende suegro.
 El vuelo de la uva saliendo del bocardacho fue más espectacular que el del vuelo del tambor del detergente. Reboto en la mesa, dimpues en la pared, pego una vileta en el aire, tiro dos jarrones del chino, apago la tele, encendió la luz y me dio en un ojo, dejándome tuerto, pero feliz.


 Icen que la felicidad en el güiscano del pobre poco dura y que cuando Dios no quiere los santos no pueden. Verdad que es. Mi duende suegro al ecuchar la bendición cogió al babosín y salió de raspa, sin calzones y pegándose patas en el culo.

Digo yo que dimpues de la callunca a correr algún día tendrá que parar. Solo les pido que si alguno de esos benditos días ven por esos mundos de Dios a un duende pelo cano, chaparrico, mas chupao que la pipa un indio y con un duende negrico en los brazos, me lo traigan a mí setica amarrao, que lo voy a cortar a rebanas con el cuchillo del jamón, ese que tanto le gustaba a mi cuñaico duende el cubano.

 EL DUENDE.