miércoles, 7 de mayo de 2014

VIVA EL CABO SANTO



Munchos me preguntáis que ¿Como he pasao la Semana Santica?, pos os diré que al chache le gusta ver las procesiones con docena y media d´empanas de patata, otra media de tomate, un par de kilos de habas del pueblo y chulla de bacalao viene y chulla de bacalao va. Pero este año al pasmarote del Pascualón le dio el venazo de vestirse de nazareno. M´estuvo dando la tabarra dende año nuevo y yo por noirlo, que ya me daba aprensión, le dije que bueno, pero que s´encargara él de las túnicas.


Miércoles santo en la noche nos reunimos en mi setica, el cabezón, mi tío duende Manolo y un servidor pá vestirnos. Cuando el Pascualón iba a sacar las túnicas entro mi duenda suegra con el traje de Manola en un pañuelico tienda y la teja debajo el brazo y haciendo una de sus melonás, al dejar las cosicas encima de la mesa camilla le pego un trastazo al candil y ¡apaga y vámonos! nos quedamos mas cegarrutos que el Ufrasio, que por antimparras lleva el culo del vaso de la nocilla. ¡Éramos pocos y pario la burra! el caso es que nos vestimos como buenamente pudimos y nos fuimos pá la calle en busca del santo Jo. 
En esas que la procesión ya hubía comenzao y nos fuimos con las minmas detrás de la virgen. La fauna y flora s´arremolinaba a nuestro paso, un yayo elfo se presino y un duende mocico nos tiro un pedrusco.
-¡Chacho, abedul!, ¿qué te crees que estamos en la caramela? –Le chille.


Con unas cosas y otras enllegaron los elfos civilillos, que nos agarraron por el pescuezo y nos sacaron de la procesión a hombros como al Cristo. El burrancano del duende Jacinto pocas luces agarro el tambor d´un zagal y aporreándolo nos fue acompañando con el toque del caracol hasta el cuartelillo y allí con mu mala folla el cabo elfo Benavidez empezó el interrogatorio.
-A vel singracias ¿Dende cuando sois racistas? - ¿Quién es vuestro jefe? -¿Qué queréis?
-Pos mira un carajillo no me vendría mal ahora – le conteste yo.
¡Zas! trompazo al canto, me se quedo un pitio de oidios que ya no m´entere de ná, solo veía mover la boca y los brazos como en las peniculas mudas.
Cinco horas más tarde, tres mamporrazos mas en la jeta y dos en las espinillas, mi duende tío Manolo con los morros hinchaos  y el Pascualón con los mofletes coloraos,  nos dejaron ir.


A luego, cuando mis oidios dejaron de tocar la palillera del Cristo, m´entere de la penicula. Pos resulta que las túnicas que se hubia agenciao el Pascualón eran del cucusclan, unos trolls con mu mala baba  a los que los morenicos como mi cuñaico les caen como un loso.
¡Si hubía sabio yo esto como es capaz! Pos me pase toa la noche en vela, esa que estuvimos buscando pá vestirnos y nunca encontramos.


Jueves santo en la tarde, malo como estaba, m´entra mi duenda suegra a darme la tabarra vestía de Manola.
-Menudo dijusto que nos has dao tontolaba, mia que vestiros d´adufes, ¡ay si tu mare duenda te viera!
-María Manuela, si paeces Batman de borrachera en un botellón de panchitos, ¿Ande vas asín salmerona?


Domingo de resurrección, resucite, salí con mi sillica a la puerta de mi seta y pude ver la procesión y a los zagales escalabraos pelearse por un caramelico volador. Mi duenda suegra entoavia llevaba el traje de Manola y a lo tonto, tonto, me di cuenta que mi duende tío Manolo la remiraba muncho. 
Esta de mas icir que las fiestas y yo estamos peleaos,  pero esta al tuerto le da que va a ser mu provechosa. 
Dios y el cabo santo m´oigan.

EL DUENDE