viernes, 27 de marzo de 2015

UN BOMBO, UNA PANDERETA Y UNA ZAMBOMBA DE MADRUGÁ



Sentí por el vecindao díceres de qu´iban a enllegar munchismos duendes, elfos, fauna y flora de diferentes pueblos pá entocar el tambor. Aquí una tracamundana nos gusta más cal Pascualon un cortachuchas y yo como aun faltaba tiempo, pos me despreocupe del asunto.


Unos días antes de lo que llaman las jornadas de exaltación estaba yo tan tranquilo en mi güiscano, discansando de mi duro trabajo de latoso, como buen duende que soy y acordándome de la trastá qu´esa mañana le hubía hecho al panadero, que le di el cambiazo a  los güevos de los hornazos por pedruscos, cuando m´asoma mi duenda alborotá.

-Mia nene ¡mi mare, que ya trae el bombo!

Del regomello que m´entro me se quedaron las patas p´arriba en la mecedora y a la final di la vileta pegándome una morrá en to el suelo.  ¡Pos no me quedaba a mi otra c´aguantar a la cernacho preña! y antes de que la sangre enllegara al puente el pollo vi que la tía escapiraja enllevaba un bombo bombazo. Y con los morros rabisculaos le solté.

-¡Ay abanto melonero! ¿Ande va usted so sarmiento con el bombo? Pos no ve que me v´asustar al personal con esa cara enrobiná y esas  manos que paecen los pies de otro. Menua estampa !si tie menos ritmo cuna gotera!

A lo que la tía singracia me contesto.

-¡Cucha el serón! ¡Tú abedul, que ties la gracia en un bostezo! Como no t´acerques ya por el tambor te va a tocar silbar la palillera del Cristo.

¡Coñio el tambor! Pos con unas tontascas y otras me se hubía olvidao ir a encargárselo al Gaspar y cuando enllegue, solo le quedaba un matasuegras, un pito y una pandereta.


M´agencie la pandereta y con las cordoneras de los obois y las patas de una silla vieja que teníamos en la cámara m´ice un tamborcico de lo mas apañao. ¡Con pacencia y saliva se la metió un elefante a una hormiga! como icia mi yaya duenda y el sábado en la puerta de mi setica quedamos tos, menos mi duenda que ice que le dolía la chola.

L´abedul de mi duenda suegra con el bombo que paecia una plaza toros, mi duende tío Manolo con un tambor requetebonico de oro y plata fina, como los peines de la virgen, mi duende suegro tirao por los suelos escojonao de ver a la zaratán, la musicaora de la Chin Lu que no s´entera de los precios con una gaita y vestía de tuno y mi cuñaico el morenico con una bolsa del Duendedona ¡angelico mio!  que pensaba el pobretico que le iban a echar caramelos los capuruchos.


No fuimos dando el cante calle alante, dándole y dándole al tambor ¡yo a la pandereta! la Chin Lu tunera haciendo ziringonzas en el aire y mi tío duende Manolo cantando “que salga Usted, que la quiero ver bailar, saltar y blincar dar vueltas al aire, con lo bien que lo baila esa moza, ejala sola, sola que baile”.

¡Ca! Cuando enllegamos al barullo, ¡menua jarabanda hubía!, ni el cinema en sus güenos tiempos y entre el gentío divise al Pacualon con el tambor del detergente Colon colgao al pescuezo.

-¡Uchaaa! ¡Achooo!, Bausan ¿Que marcha me llevas? ¿Tú tamién t´as quedao sin tambor, verdad?
Enclavijao y pegándole sorbitones a la mocarrera me ice.

-¡Acho! con la fervora cuando enllegao cal Gaspar solo le quedaba un pito y un matasuegras y pos que me tenio qu´ir ca la yaya a ver lo que m´encontraba por allí.

El Pascualon y aquí el chache ¡tal para cual Pascual! como ice mi duenda.


Mi tío duende Manolo y yo nos apestillamos a la barra del bar y dimpues de siete litros, quince empanás y las gobanillas esfaratás, me fui con la música a otra parte.

Animaico como iba enllegue a mi setica con ganas de mas chin pun, chin pun, me metí en el catre y l´earrime el ardacho a mi duenda y la mu jodia, con toa la mala sombrica del mundo, saco un güevo duro y me lo escalfo en la frente iciendo.

-¡Pascual, Pascual, hoy no merendaras ni güevos ni tajas! ¡Ale! A dormir la mona que pá eso es domingo de panes.


¡Pá c´aluego digan que los istrumentos no son lo mío! Aquí el chache acabo en el retrete dándole de nuevo a la zambomba, con garraspera por el griterío, la pandereta colgando y el ruido de los tambores entoavia resonando en la melondra.

¡Si eso no es amor a la música que venga Roque Baños y que me lo cuente!

EL DUENDE