Ustes ya saben que las dichosas Pascuas
y yo nunca nos hemos llevao del to bien.
¡Tira Pepe, tira Juan, tira Perico y Sebastián! el caso es que por uno o
por otro la casa sin barrer y siempre terminan como el rosario de la Aurora ¡que
la verdad sea dicha! nunca he sabio quien coñio era la tal Aurora, pero tuvo
que montar tal pifostio con un rosario que´ntoavia s´acuerdan d´ella.
Pos la
mañana de Nochegüena venia yo de coger la oliva, que´ntoavia me quedaban cuatro
oliveras del terreno que tengo a medias con el Pascualón, cuando m´encuentro a
mi duenda en plenos preparativos Navideños. ¡ca! Me se pusieron los pelos como
escarpias y cerrao en banda le dije ¡que´ste año ni Pascuas, ni leches en
vinagre! que´l que quisiera fiesta que se la montara en su seta o tocándose la
minma, pero que ni por asomo quería c´acudiera naide a tocarme la zambomba, que
ya me la tocaba yo casi a diario y bien toca. ¡Pos no veas la que lio aquí mi
parienta echa un adufe!
-¡Regüevos el tostonero siempre
rezumzuñando! ¡Pos miavel! si que te sulfuras tu por una miajica de na. Si
fuera como enantes ¡pero amos! que son
cuatro pelagatos los que vienen y tú con tu tole, tole, tos los santos años
¿Entonces que le digo al sobrino del carnicero cuando venga con el pavo, que se
lo ponga de sombrero? ¡Me ties, ay como me ties!
¡Pa que las prisas! Dun blinco me
subí pá la cámara y allí con el sentir de los pajaricos m´encendí una pavica del mediodía. Entre cala
y cala ¡chacho! Se formo una humarea que no veía ni tres en un burro ¡Na, más
vale humo que escarcha! y seguí con el fumete. A lo que´ntre la polsaguera me s´aparecio
un visalmo con lamparones en las taratañas, asín como mi duenda suegra pero sin
rulos y con la minma cara del Pascualón cuando no le sale el truño.
Con una voz de ultatrumba, esto lo sé porque
el Usebio fue una temporá enterraor.
Entoavia no sé porque coñio lo engancharon a él pá esos menesteres, pasaba más
miedo que once viejas y me pidió a mí una tarde noche, subirme a ayudarlo a
enterrar a un defunto mu viejecico c´acababan de traer de La Alqueria. Las
manos l´echaban humo de lo encanao que iba con la pala, a lo que yo, enconociéndolo
como lo enconocía, le solté un berrio que del cagachín me se pego un batacazo
adentro de la fosa que Dios tiembla y dende haya abajota me icía.
-Sácame d´aquí ¡tonto la noonaaa!
Nunca un tonto la nona me hubía
sonao tan tretico como aquel.
¡Pos eso, que no poseio! que´l
jodio del visalmo tenia la minma voz de ultatrumba que´l Usebio metió aquella
tarde junto al Alcarriano. Y va y me ice:
-¡Tú, el de la pava, ehcucha! Hoy
recibirás la visita de tres fastanmas y ellos te guiaran a través del tiempo en
un viaje qu´enjamás olvidaras.
-¡La ohtia! ¡Copón! ¿Tu d´ande
has salió huevón? ¡Que paeces el tío Sain! ¿Tres fastanmas ices? ¿Un viaje? ¡No
abarruntes que te veo venir! ¿Mi duenda suegra, mi cuñao y la tocapelotas de la
ChinLu? Ya te adelanto que mas pá rriba de la Fuente El Pino no voy, que eso ya
es el extranjero, no tengo pasapostre y encima me mareo.
¡Munchas preguntas! M´ice el
visalmo de los cojones y ¡cataplun, chin, plun! En la minma nube de humarea desapareció.
A lo que me descuido el
mariconazo de mi sobrino m´agarra el paquete tabaco y pensé en aquel momento
que me hubía echao algún yerbajo de esos raros que fuma él y mirando la colilla
baje la escalera dando tumbos. Olía a frioleras recién hechas y un niñico Jesús
en su pesebre prisidia la estancia. ¡No, si al final sa salió con la suya! Pensé,
y al mirar pal poyo me veo asentaos en él juegando a un duenecillo y a un yayo asín
mu pareció a mi agüelo duende el del unicornio.
-Adivina, adivinadeta ¿Qué lleva
el fraile en la bragueta?
Le icía el yayo al mengajo, a lo
que´ste se descojonaba vivo.
Aluego volvía con otra adivinalla.
-¿Qué le dice una higuera a su
hijo? – ¡Hiiigo mííío!
Y el zagalico se cogía la panza y
se revolcaba por los suelos de la risa.
-Ven pá ca periñan que amos a juegar
al puño puñete.
Y este corría con jolgorio dando
traspiés a los brazos de su agüelo.
Entonces s´abrió el portón y entro
una yaya duenda con su rodete bien hecho y su mandilico negro a cuadros y remangá,
con los brazos en jarras les dijo.
-¡Pero güeno os parecerá bonico!
Entoavia ehtais asín sin poneros el majo, que esta noche es Nochegüena y mañana
Navidad, saca la bota María que me voy a emborrachar.
Y los tres a coro cantaban.
-¡Ande, ande, ande, la Marimorena,
ande, ande, ande que´s la Nochegüena!
-Venga y atiza bien esa lumbre y échale
rescoldos al brasero, no deis lugar a que se quede ehto destemplao, que ya vienen
por el camino tos con las chirranchas y las panderetas.
De repente to eso que´staba
pasando me fue mu familiar, el picaporte se movió y cuando giraron las caricas,
vi que´llos eran mis yayos y el periñan yo mesmo de duenecillo. ¡ca! ¡Se cuenta
y no cree! Las lagrimicas me bajaban más rápido que una mea cuesta bajo, trague
a lo pavo y un repelús recorrió mi cuerpo serrano. Sin poder parpaguear y como un pasmarote, noto
que m´agarran los bajos del pantalón y cuando miro pá bajo me veo a un elfo
menudico azafranao y con la cara cosía a pecas. Me ice con voz de pito, que´s el
elfo fastanma de las Pascuas pasas y que me´sta enseñando mi pasao.
Sin que me diera tiempo a decirle lo
bordelancano qu´era s´armo una revolica. Las sillas, la mesa, el niñico Jesús y
la mare duenda que pario al que hizo esta penicula, volaron por los aires,
sinun poco me quedo tuerto por un moniato que tamien le dio por volar y agarrao
a una algayata que usaba mi yaya duenda pá colgar la ristra de pimientos, me
dije a mi minmo ¡Tócate los pelendengues a ver si entoavia los ties en su sitio!
Porque del coídio note que me hubían desaparecio.
Cuando paso to´l follón mi setica
se quedo vacía ¡Cucha! to se lo hubía llevao el viento, como a María Sarmiento
y hacia una rasca, que los piños me zurrían como unas castañuelas. De repente
to s´ennegreció y sentí a alguien llorar en la lacena. Le eche reaños y m´asome
con muncho cuidaico y me vi a mi duenda enluta agarra a una perola iciendo.
-¡Que solica te ves estas Pascuas
perolica mía! Ya nunca cocerás más de cien peloticas en tus adentros. Él nunca
quiso celebrar las Pascuas. Nunca quiso, nunca quiso…
Y volvía a llorar a moco tendio.
Con muncha pesambre, hice amago
d´asobinarme a mi duenda querida, pero el caeza espetón del elfo pelopanocha me
se volvió aparecer, esta vez con la cara blancuja del Maiquel Yacson en sus
últimos años y me ice con voz de pitopitufo estreñio, que´s el elfo fastanma de
las Pascuas futuras.
-¡Amos a ver cara zafa! a ti lo que
ta dao es un mal aire. Me ties en un san pacá y san pallá y m´estas alterando
la sangre. Eres mas pesao que Fernandico que mato el marrano a besos y m´estas
jodiendo más c´una china en un zapato. ¡Ejame ya tranquilo con tus tontascas,
que yo creo que ya has hecho bien el fastanma por hoy!
Ya le podías icir misa en latín,
que´l tontolaba solo me miraba con esos ojos agüevaos de pavo antes de pegarle
el capón.
-¡Acho, dispierta abedul!
¡Y él que si quieres arroz Catalina!
Cuando siento las campanas tocar
a ultimas y me vi a mi minmo, como al Alcarriano del Usebio, metió en una fosa.
¡Chacho, por naide pase! Yo que pensaba que iba a durar más que´l culo un
mortero en el quicio una puerta y me veo allí ¡listo papeles! ¡La fin del
mundo, lo que yo te diga! Me quede con menos fuerza que´l follonazo un choto y
me dehmaye.
Cuando recupere el ser de mi
persona m´encontraba en la cámara, la humarea hubía desapareció y los pajaricos
seguían canturreando una canción del Bisbal. En un prencipio pensé que lo hubía
ensoñao to y baje los peldaños que me se hicieron más largos que un día sin
pan.
Mi duenda seguía con los
preparativos navideños y me fui derechico a ella a darle un buen achuchón.
-¡Regüevos nene, no me atosigue!
¿Qué ramalazo ta dao?
-¡Pos mira nena! Qu´estoy viendo
que pá tos los que nos vamos a juntar paecen pocas las frioleras ca traído tu
mare. Apaña la masa que ahora minmo nos ponemos a hacer mas. Y ¡ojico! Saca la
perola grandota que´stas Pascuas yo me como las cien pelotas que s´amasen. Voy a llamar a to quisqui pá que s´acerquen
esta noche por el güiscano y que no se les olviden las chirranchas y las panderetas
¿Sabes por qué? Porque ¡Esta noche es Nochegüena y mañana Navidad, saca la bota
María que me voy a emborrachar…!
No hubía terminao de canturrear
el villancico cuando tocan al portón, abro y m´encuentro al pelopanocha del
elfo con un pavo metió por el sobaco. Le solté un sopapo que ni lo vio venir, a lo que mi duenda salió pitando iciendo.
-¿Acho, tas vuelto majara? Que´s
el Celipe, el sobrino del carnicero que
ha venio estas fiestas dende Ontur pá echarle una manecica en la carnicería.
Y yo con muncha alegría en mi
cuerpo sandunguero y mirando al azafranao a sus ojos agüevaos le dije.
¡Te la debía!
EL DUENDE