Eso icia mi yaya duenda ¡qué
razón tenía la pobretica mia! A consejos no la ganaba nadie y eche mano de uno
de sus remedios inflalibles páchar a las visitas inesperas y puse el escobón
detrás de la puerta de mi setica, pero más ma hubiera valió agarrarla y liarme
a escobazos en la Nochegüena.
Tó empezó con el dincurso del rey
duende, esa real majejta que se preocupa por sus sunditos y nos regala la vista
de vez en cuando con la afoto de sus cacerías de gamusinos y con las hazañas
pintorescas de su familia de elfos reales a cual más jodio. Y el chache dando
buena cuenta de las gambas rojas caezonas. Acho cuando chupo la caeza de una
gamba siempre macuerdo de una novia sirena con nombre de tambor de detergente
que tuve en mis tiempos mozos. La zagalica era mu maja pero aquello no cuajo, ella
me preguntaba ¿porque? Y yo infeliz le contestaba ¿nena y por ande? Ustedes me
comprenderán cuando les diga que aquella, aparte de oler a pescao que echaba pátras
y viniendo de la mar como venia, pos no tenía ni chirla, ni mejillón y yo ya tenía
las partes nobles colorás, escaldufas y escocias de tanto tocar la zambomba en
pleno agosto. Manque ella tuvo suerte, la ficho la Dinney, se caso y tuvo una
zanguanga, lo malo lo de las patas, que si hubía yo sabio que eran convertibles
otro gallo nos hubiera cantao.
Entre chupa chupa de gamba y
absolto en mis pensamientos maparece mi duenda suegra y con toa la mala folla
del mundo y la sonrisa torcía me saca el regalo navideño, “un bacín”, ¡será ejracia!, pero mia no iba mal
encamina, porque cada vez que la veo me dan ganas de jiñar.
A toesto tocan a la puerta, coñio
el fastanma de mi cuñao duende que es más largo que una mea cuesta abajo, ¡el
calvo los huevos! que tie la perilla en la frente, que hay veces que lo veo
montao en su salicornio y no me dice ni buenas y ahora aparece en mi güiscano a
darme la noche con sus tontascas. Y si no mi cuña duenda la zurcachera, esa la
remate final, dando parabienes y cuartos al pregonero, más mala que un dolor de
muelas y más licinciá que las canetas. No metía lengua en paladar la jodia por
si se la mordía y se envenenaba. Mia tu que la que me hizo gracia fue mi
sobrina duenda la Visalmo (ahora como se ha vuelto modelna la llaman Visi) y el tarambaina el novio elfo que se ha echao,
que espantajos señorcico y se creerán que iban majos, con pendientes hasta en
las muelas del juicio, entre los dos llevaban mas mierda que el palo un
gallinero y el sobaco un chono juntos, eso sí, con más tonterías que los
muebles del comedor. Odo y no hubía más sitio en la mesa que me toco el
tonteras al lao mío y venga con la piernecica pá ver si le tocaba en fornel a
la novia y a tó esto dándome a mí y me vuelvo y le digo – Nene que te quemas,
que si sigues asín te hago padre.
GENERALMENTE LOS FASTANMAS SON ASÍN
Con las tontascas de unos y de otros yo pasando
más hambre que los pavos de Doña Julia, que se comieron la vía el tren pensando
que eran busanos, la gambica caezona que tenia a medio se hubía quedao más hela
que una llave y más seco que un torcazo eche mano pá pegarme un buen trago de
vínico de mi tierra, cuando la puerta otra vez -Chacha mia ver y echa el
cerrojo y que no entre ni Dios, copón, pá que las prisas.
Mi duenda que no tie fin abrió, mare mía perdí
el ser de la persona, los ojicos como dos panes de kilo y medio me se pusieron
cuando vi aparecer a mi duende suegro con la brujica cubana jaquetona y un duenecillo
cagarrín en brazos. No hubía traspasao el portón, cuando vi que se acercaba mu
peligrosamente a mi caeza el bacín que tan “amablemente” ma hubía regalao mi
duenda suegra, di una volteleta que ni el Casillas y fue a darle a mi duende
suegro un tabanazo en toa la geta, dándose un calabazón que le hicieron palmas las
orejas. Pobretico mío si no le dio tiempo ni a decir buenas noches y ya eran
malas pá él.
Mi setica que no es mu grande paecía
el camarote de los hermanicos Mars, no cabía ni una tápena, aquello era pá
verlo, mi duende suegro con el ojico más negro que un cerote, mi duenda suegra
chillando, “veste de aquí viejarancano asqueroso”, el guarrín entre teta y teta
de la cubana guaimeando a moco tendio, mi cuñao “el listo” dando recetas pá
curar el ojo, mi duenda y su hermanica haciéndole aire al papa y la Visi y el
chunda chunda agarrando chiche y pegándose el lote en mi mercedora relas
Yo cuando vi el pampaneo y no
queriendo que me diera un mal aire, me salí a la puerta de mi setica a liarme
un cigarrico y a mirar las estrellas, cuando apareció ante mis ojos una mu
grande, mu brillante, ¡más rebonica! y pensé, el niñico Dios ya ha nacio y no
sabe a qué mundo de locos a llegao. Que El nos coja confesaos.
EL DUENDE.