Ahora si llega la fiesta de los
seres paranormales y no les estoy hablando de la fiesta de mi duenda suegra,
manque también.
Llega San Juan y a eso de las
doce de la madrugá es cuando nusotros los duenecillos, los cagazurreras de los
trolls, los meabonicos de los elfos, las pijoteras de las hadas, las jaquetonas
de las brujicas y demás fauna y flora de los campos, bosques y descampaos, salimos
a celebrar con ustedes los humanos nuestra fiesta.
Mu abonico, cuando toca la última
campaná, tós salimos cagando leches ejando la puerta de barenbar a encontrarnos
con algún humano, o humana en el mejor de los casos y espantar en la medía de
lo pusible al personal. Porque la tradición ice que a esa hora ustedes nos
pueden ver, eso si no están cegarrutos como el duende chato Casiano, en su caso
solo nos podrán apreciar.
Mi duende tío Manolo hace ya un
siglo que ese día no sale por la puerta de su setica. Un año al huevon le dio
por irse a un puticlus, icía que ya que lo pudían ver, que por lo menos le
echaran un buen quiqui. La madame de la casa cuando lo vio pensó que era un
enano y le ofreció lo que mejor le iba pá sus circunstancias, una enana que paecía
el llavero de la Michelin, con una pelambrera en el sobaco que le llegaba a la
punta de los pezuños, más fea que pegarle a un pare, con mas mala folla la
jodia que cuando lo vio con los calzones bajaos y el zompo más tieso que un ajo
le dijo.
–Avel bonico, ponte en jarras.
El tonto el haba que tenía más
ganas de fiesta que un andaluz en romería lo hizo y entonces le dijo la enana puñetera
-Mia por ande ya m´agenciao botijo.
La moza enana ice mi duende tío que se movía
menos que Don Pimpón en una cama belcro, solo movía los palpados pá pestañear y
porque se le secaban los ojos, si no ni eso.
Al pobretico de los esfuerzos le
dio un tirón que se quedo rengao, lo sacaron del puticlus como si fuera un
santo en andas, se les fue la mano a los cuatro borrachos que lo llevaban y lo
tiraron escaleras p´bajo haciéndose una
brecha en la caeza. Tres días más tarde se dio cuenta por la picacera, que tenía
unas ladillas tan grandes que paecían la caeza del Aurelio, el caezudo del
carnaval, no sabía si matarlas o criarlas pá hacer carreras.
Yo por mi parte ese día me lo
suelo pasar mú bien, nos damos la libertá mi duenda y yo de hacer lo que nos
viene en gana y me gusta ir a pegar cagachines por las casas.
¡Pos miavel siascaso lo que chillan los sepias cuando me ven!.
-Coñio nene ¿has visto que ratón más grande
tenemos?, si paece un conejo preñao.
– Joseico, que me dan muncho miedo las
cucarachas, mátala antes de que nos haga cría.
-La madre que pario al mamon de
mi mario que se ha ido de viaje y me ha traído un gremlin y lo peor es que tenemos
la fregadera goteando…
Un dragón con alas tenía que vel
la angustias pá que se le quitaran tó los miedos, ¡cagona!, pero pijo que yo no
soy el Becan pero un buen revolcón tengo.
Mi duenda suegra sí que da miedo ¡chacho!, un
año pá San Juan le hicieron el casting de “la zagala del exorcista”, del susto
se murió el cámara, tres infartos y dos cagaleras de las de gotele, al apuntaor
toavía lo tienen ingresao en el Palmar.
Mi duenda ice que tós los años va
a la mismica casa, que a mí eso me tie mosqueao, que aquí unicornios solo el de
mi agüelo duende, que lo llevaba pá labrar, más no consiento. Me ice que es pos
que la tratan bien y le dan cosicas güenas, pero a mi setica nunca a traio
ningún pernil ni ná de eso y la verdad que tengo la mosca detrás de la oreja. Este
año la voy a seguir a vel qué tipo de gente vive en esa casa y espero que no
sea un puticlus, porque no estoy yo ni pá torear ladillas, ni pá que me toreen
a mí.
EL DUENDE.
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