¡Pero qué moda nueva es esa de llamar a
tosantos jaloguin, Coñio! si mi bisagüelo duende levantara la caeza aparte de
darse un buen meneo con la tapa lo primero que haría sería coger a los
zanguangos de turno y explicarles uno a uno que aquí la tradición es dacordarse, de honrar y rispetar la mimoria de los difuntos, manque claro algún
chichipán sacordaría con la charla de los muertos de mi bisagüelo. Porque
ahora ya no hay respeto por las canas, ni por los años y entre los duenecillos
ya ni por los siglos.
El otro día estaba yo tan feliz asandome un moniato en la lumbre y me viene el zurrón de mi sobrino duende con una
careta de mostrou y una calabaza con la cara de mi duenda suegra cuando esta
estriñia y me suelta el mariconazo.
-Truco o trato o te tiro un huevo
en la fachá de la setica.
- Si ves que me levanto y me
quito la zapatilla, te voy a poner el culo como un mandril, ¡tonto laba!, veste a
darle el follón a tu mare duenda, ¡trucotrato de los cojones!, tendrá el
zagalico narices a tirarme un huevo a mí, será emposible esto. ¡Tontascas las
justas!.
Pos me lo tiro, ¡vaya si me lo
tiro!, una peste a corrompio, será ejraciao el nenico mono de los huevos y nunca
mejior dicho. Ea y lo gracioso eque encima se ríen en tu cara, un chirlazo bien
dao y a tiempo como ice mi pare duende y santas pascuas. Manque claro, tu ponte
tonto con lo de los guantazos que ahora por un quítame de ahí esas pajas te
llevan al talego como al Lute.
Quita, quita Margarita mejior llevarlo al
sicólogo que te saque los cuartos por decirte que a tu duenecillo le falta
atención. ¡Atención en cómodos plazos de tabanazo por semana!, asín nos han
educao a tós los duenecillos y que yo sepa nenguno le hemos faltao al respeto a
nuestros mayores. Mi pare era mirarme de reojo y no me canteaba de la silla y
mi mare era decirme “amos de visita, como vea yo que das el follón o pides algo,
cuando llegue a casa te leo la cartilla”, que no era otra cosa que pegarte un sopapo. Claro te ofrecían sequillicos y tu
manque tuvieras más hambre que los pavos de Doña Julia rechazabas el condumio.
Y aquellos maestros que a la mas mínima
agarraban la palmeta y te ejaban la mano gorda y tan dormía
que no podías hacerte una manola en dos semanas. ¡Pos si te ibas a levantar del
pupitre sin permiso del maestro!, te pegaba un pescozón que te hacían palmas las
orejas. Yo no es que sea partidiario de “la letra con sangre entra”, pero que esto
ya sá desmadrao, pos si, y que a más de un mindango le hacía falta un buen
meneo, pos tanmién.
Ahora con el jaloguin, los
sanguíches, las jamburguesas y toas esas americanadas estamos perdiendo la
manera tan bonica de llamar a las cosas por su nombre. Un bocadillo de jamón
siempre será un bocadillo de a palmo de jamón, manque el pan sea más blando que
el pellejo la uva.
Lo dicho, pá tosantos abríguense
bien con la pelliza, visiten a sus difuntos, sean güenos y no den ijustos.
EL DUENDE