¡Válgame la nona Antón! a mi ma
mirao un tuerto con tres ojos, lo que yo les diga, voy más de culo que San
Patras. La penúltima pasá estas pascuas, si hubiá sabio yo esto como es capaz,
ma hubiera ido al Caribe, a la fuente el pino o a tomar por saco, pero tengan
por seguro que no ma hubieran encontrao en mi güiscano.
Llego el último día del año,
aporreó la puerta de mi setica y me se cayeron los palos del sombrajo, los
aldones y las ansias. Allí estaba otra vez mi duende suegro con el porcelico en
brazos, los dos haciendo pucheros y más secos cun torcazo.
¡Coñio! paece que al pequeñuso lo
traía enseñao, ná mas verme me se tiro a los brazos con ese mirar lastimoso y
con media lengua zapato me llamo chache.
Cogí a mi cuñaico y me se cayó la baba, tan
requetebonico, con ese pelico rizao, trompudico, más negro cun cerote, como la
maere duenda cubana que lo pario y las orejas desabrochas, mia tu que tuve
quesquivar en más de una ocasión pá que no me diera un guantazo con los
soplillos, pero eso de que me llamara chache me llego al alma.
Pos resulta que la duenda cubana
dimpues de limpiarle la cartilla, los arcones, los baúles y de agenciarse su
gambusino se fugo con un elfo empresario fabricante de panderetas, endalias y
fajas y a mi duende suegro lo dejo tiritando, con una mano delante y otra
detrás y con el mochuelico a cuestas, sin una mala muda que ponerse. ¡Odo! mia
tu que no tuvo otra el buen hombre duende que venir a mi setica a pedir
auxilio. ¡Ah periñan! eso es lo que pedí yo cuando me vi entrar por la puerta a
mi duenda y a mi duenda suegra cargas de bolsas del Duendedona.
Cuando el espantajo vio el
panorama lanzo por los aires el tambor del sacopón, que voló sobre mi caeza y
haciendo una perfecta curva que ya hubiera querio el Maradona en sus tiempos
mozos, metió un gol por toa la escuadra en los cataplines de mi duende suegro
!pobretico mío!, aquello se le puso tan gordaco que paecía que tenía tres
huevos de avestrú entre las patas.
La cena fue un sin vivir, mi
duende suegro con el yelo en el pingajo, mi duenda suegra haciendo malabarismos
con los cuchillos y mi duenda y un servidor dándole jamón del güeno al
zagaliquio puñetero que paecía que no lo hubia probao en su vida, menudo saque
tenía el condenao y menudas ñordas nos regalaba de vez en cuando. Hijo de mi
vida, comerás gloria pero no veas las pelfas que sueltas.
A eso de las doce, cuando la
ultima campaná estaba sonado y las uvas ya se nos apelotonaban en la boca mi
duenda suegra se matraganto
– San Blas, San Blas.
Pero San Blas estaba en la puerta el sol
tirando cobetes y mi duenda suegra morá tirando a pitufo entre la tos y los
escupitajos falfullo pá sorpresa de tós los presentes.
-Tef perdofno.
Chacho en ese momento se mapareció la virgen y
venia acompañá de San Blas, San Apapucio y un coro de ángeles cantores. Vi las
puertas del cielo debarenbar, por fin me iba a deshacer de mi duenda suegra.
¡Chanchas marranchas! o las espichaba o se la llevaba mi duende suegro.
El vuelo de la uva saliendo del bocardacho fue
más espectacular que el del vuelo del tambor del detergente. Reboto en la mesa,
dimpues en la pared, pego una vileta en el aire, tiro dos jarrones del chino,
apago la tele, encendió la luz y me dio en un ojo, dejándome tuerto, pero
feliz.
Icen que la felicidad en el güiscano del pobre
poco dura y que cuando Dios no quiere los santos no pueden. Verdad que es. Mi
duende suegro al ecuchar la bendición cogió al babosín y salió de raspa, sin
calzones y pegándose patas en el culo.
Digo yo que dimpues de la
callunca a correr algún día tendrá que parar. Solo les pido que si alguno de
esos benditos días ven por esos mundos de Dios a un duende pelo cano,
chaparrico, mas chupao que la pipa un indio y con un duende negrico en los
brazos, me lo traigan a mí setica amarrao, que lo voy a cortar a rebanas con el
cuchillo del jamón, ese que tanto le gustaba a mi cuñaico duende el cubano.
EL DUENDE.
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