¡Te conocí horma y te has vuelto
ribazo! Nene que ties sangre horchata.
Enjamas de los jamases pensé que
mi yaya duenda iba a tener más razón que un santo. Si ahora me viera me diría
que tengo menos luces que un eslabón de madera pero, coñio si es que uno quiere
ser más listo que un reloj y acaba siendo más tonto que Abundio.
El otro día minmo, recién levantao
de la siesta, con mi agualimón fresquico y viendo una penicula de indios, más a
gusto que el señor, me tocan a la puerta, corrí el visillo, masomo abonico y no
veo a nadie. Le pego un chupetón al agualimón cuando oigo el llanto lastimero
de un roro.
-Pos leche a estas horas dando el
follón. ¿Quién será el desocupao?
Abrí el portón y mencontré una
banasta con un ñaco dentro morenico y un papelico que decía:
Chache te quiero muncho, cuídame.
¡Adius! el agualimón desparramao.
La mare cubana duenda que pario al angelico y al calzonazos del pare duende
suegro mío que lo engendro, me cagüen en los dos juntos cien mil veces.
El pobretico no se tie culpa de
los pares duendes que lan tocao y me soltó una pelfa el cabronazo pá darme las
güenas tardes que tuve que ventilar hasta la cámara.
-¡Que peste Mateo! -Me dice el
mariconazo.
-!Coñio si habla el gremlin! ¿Y esto que come?
Me lo eche a lo saco de patatas
al hombro y me quede rengao, hay que ver lo que pesaba el condenao, con un
pestazo a corronpio que echaba pá tras. Menudo pastel llevaba y como no tenia
gasas pá cambiarlo eche mano del tapete del sofá que hizo mi duenda suegra el
año pasao en un curso de ganchillo y aguja loca. ¡Qué bonico iba!, si paecía un
chambi de chocolate y vainilla.
Apurao como estaba no sabía que
darle de comer, ¿porque esto comerá? digo yo. Y saque el cocido que hubía
sobrao de la comia, que no pase yo ná pá comérmelo, unos chorretones de sudor
que me bajaban por la frente, más que al soleton dándole a la paleta en mis
años mozos. Pues al morenico como si le diera un calipon, comió a dos carrillos
y bola en medio, se lio tres platos y una macedonia de postre. Este no hubía comió
de caliente ni cuando se cayó de boca al brasero. ¡Que jodio!, me dio un besaco
que me deshizo. Pós ahora nos amos pál jardín a montarte en los culumpios.
Paso el Ambrosio, ques mas
licinciao que el gato una posa y me suelta.
-Odo ¿y el zagal ese? Hay que ver
lo que te se paece.
-Si, en el forro los huevos, bausán.
Llegamos y estaba aquello que no cabía
una naranja, ni el cinema con una penicula de tetas y culos, tó lleno de mares
duendas que no metían lengua en el paladar y críos pá aburrir y eso que icen que
va a llegar la fin del mundo. Le pegue un torniscón a uno y lo baje del
escurridor cagando leches, pá que mi morenico se tirara por el. Pues con la
hostia que se metió paso por Barcelona silbando, que poca estabilidad tie la
creatura copón santo si lo llego a saber le doy tres platos más de cocido.
Empezó a berrear con ese bocón que le cabían tres puños dentro y me pidió que lo
arbunzara en los culumpios. Pós tres cuartos más de lo mismo, de la vileta que
se pego pá tras le hicieron palmas las orejas, esto tie mas peligro que la
duenda suegra con el miquini de botones, y me lo lleve a echar la machi. Pues
el angelico gozo más que un marrano en un lejío con el domino que le dejo el tío duende Manolo.
Al volver le di un par de peretas
San Juaneras del peretero del Pascualón y haciendo ciringonzas llegamos al güiscano.
Mi duenda suegra se hubia llevao
tó el sol de la piscina, paecia una rumana asorrata, solo le faltaba decir ¡pu
favo, dame un leuro!
Cuando nos vio entrar no sé ni cómo y lo más importante,
ni por donde pero, empezó a echar humo, una zorrera que me formo la asquerosa
que me quede pasmao, yo creo que estoy perdiendo perras con esta tía, si la
tendría que vender al circo.
No hay mejor señal de lluvia que cuando cae, aunque
viendo lo visto si monto un circo me crecen los enanos y pá enanos, ya tengo a
mi cagarrin el morenico.
EL DUENDE.