Munchos me preguntáis que ¿Como
he pasao la Semana Santica?, pos os diré que al chache le gusta ver las
procesiones con docena y media d´empanas de patata, otra media de tomate, un
par de kilos de habas del pueblo y chulla de bacalao viene y chulla de bacalao
va. Pero este año al pasmarote del Pascualón le dio el venazo de vestirse de
nazareno. M´estuvo dando la tabarra dende año nuevo y yo por noirlo, que ya me
daba aprensión, le dije que bueno, pero que s´encargara él de las túnicas.
Miércoles santo en la noche nos
reunimos en mi setica, el cabezón, mi tío duende Manolo y un servidor pá vestirnos.
Cuando el Pascualón iba a sacar las túnicas entro mi duenda suegra con el traje
de Manola en un pañuelico tienda y la teja debajo el brazo y haciendo una de
sus melonás, al dejar las cosicas encima de la mesa camilla le pego un trastazo
al candil y ¡apaga y vámonos! nos quedamos mas cegarrutos que el Ufrasio, que
por antimparras lleva el culo del vaso de la nocilla. ¡Éramos pocos y pario la
burra! el caso es que nos vestimos como buenamente pudimos y nos fuimos pá la
calle en busca del santo Jo.
En esas que la procesión ya hubía comenzao y nos
fuimos con las minmas detrás de la virgen. La fauna y flora s´arremolinaba a
nuestro paso, un yayo elfo se presino y un duende mocico nos tiro un pedrusco.
-¡Chacho, abedul!, ¿qué te crees
que estamos en la caramela? –Le chille.
Con unas cosas y otras enllegaron
los elfos civilillos, que nos agarraron por el pescuezo y nos sacaron de la procesión
a hombros como al Cristo. El burrancano del duende Jacinto pocas luces agarro
el tambor d´un zagal y aporreándolo nos fue acompañando con el toque del
caracol hasta el cuartelillo y allí con mu mala folla el cabo elfo Benavidez
empezó el interrogatorio.
-A vel singracias ¿Dende cuando
sois racistas? - ¿Quién es vuestro jefe? -¿Qué queréis?
-Pos mira un carajillo no me
vendría mal ahora – le conteste yo.
¡Zas! trompazo al canto, me se
quedo un pitio de oidios que ya no m´entere de ná, solo veía mover la boca y
los brazos como en las peniculas mudas.
Cinco horas más tarde, tres
mamporrazos mas en la jeta y dos en las espinillas, mi duende tío Manolo con
los morros hinchaos y el Pascualón con
los mofletes coloraos, nos dejaron ir.
A luego, cuando mis oidios dejaron
de tocar la palillera del Cristo, m´entere de la penicula. Pos resulta que las
túnicas que se hubia agenciao el Pascualón eran del cucusclan, unos trolls con
mu mala baba a los que los morenicos
como mi cuñaico les caen como un loso.
¡Si hubía sabio yo esto como es
capaz! Pos me pase toa la noche en vela, esa que estuvimos buscando pá
vestirnos y nunca encontramos.
Jueves santo en la tarde, malo
como estaba, m´entra mi duenda suegra a darme la tabarra vestía de Manola.
-Menudo dijusto que nos has dao
tontolaba, mia que vestiros d´adufes, ¡ay si tu mare duenda te viera!
-María Manuela, si paeces Batman
de borrachera en un botellón de panchitos, ¿Ande vas asín salmerona?
Domingo de resurrección,
resucite, salí con mi sillica a la puerta de mi seta y pude ver la procesión y
a los zagales escalabraos pelearse por un caramelico volador. Mi duenda suegra
entoavia llevaba el traje de Manola y a lo tonto, tonto, me di cuenta que mi
duende tío Manolo la remiraba muncho.
Esta de mas icir que las fiestas y yo
estamos peleaos, pero esta al tuerto le
da que va a ser mu provechosa.
Dios y el cabo santo m´oigan.
EL DUENDE