Antes de ayel procedía a dar buena cuenta de mi almuerzo. Unas
magricas con tomatico, siete lonchas de panceta, dos chorizos, tres salchichas
y un par de güevos ¡coñio, lo que de toa la vida s´a llamao muerte marrano! me doy
cuenta que me falta el pan, me levanto a la lacena y cuando vuelvo ya no´staban.
Levanto las faldas de la mesa camilla, me voy pá la cocina, me subo a la
cámara, me bajo, abro el portón y naide por la calle. Me tomo un vasico de leche
y media docena de madalenas.
Ayer tres cuartos de lo mismo. Cuando
me levante pá echar a la lumbre los chorizos me desapareció to de nuevo. Comiendo se lo conté a mi duenda y me ice la mu
jodia qu´estamos en vísperas de tosantos y que las animas ya´stán haciendo de
las suyas. Pos escagarrizao me he pasao la noche en vela y pá un clis que m´echao
ensueño que me perseguía un gorrino con un manojo d´acelgas en los morros.
Esta mañana me colgao una ristra d´ajos, le
cogio el crucifijo a mi duenda suegra del cabezal del catre, una herradura
vieja del unicornio del tío Agustinazo, rezando el Jesusito de mi vida y con
los chorizos, las salchichas y la panceta m´echo una procesión hasta la
hornacha. Sin perder la vista del condumio y cuando me disponía a echarme el primer
bocao me s´parece un visalmo, una aparición espelunnante, algo horroroso que ha
hecho que me se desrizaran hasta los pelos del culo. Ice que se llamaba OMS y
que venía a alvertirme de que comer carne era mu malo ¡si lo cuento no se lo
creen! esto enjamas de los jamases me hubía pasao a mi ¡amos! comer pernil ¿malo?
Malo es no podérselo comer ¡hasta ahí podíamos llegar! He cogió al espectro, he sopao con él el güevo y ha desapareció
chillando.
-¡Nooo gripe aviarrr, gripe aviarrr!
Ni en mis peores pesadillas podía
haber imaginao que me s´iba aparecer un
fastanma de tal mannitú. Si mi bisagüelo levantara la caeza, aparte de darse un
buen coscorrón con la tapa, le iba a cantar las cuarenta a este ser y a tos los
que icen que comer carne es malo. Él que se metía entre pecho y espalda y en
una sentá cuarenta pelotas, el cocido, la sopa y a la noche ropa vieja. Nos
duro miles de años y fue a palmarla el día que se comió un arroz y pava y
hervido pá cenar.
Si hiciéramos caso a to lo que
nos icen no comeríamos de ná y entonces, si tendríamos razones pá morirnos.
EL DUENDE