Llevaba unos días con la mosca detrás de la oreja, aquí mi duenda se
hubía comprao un salto de cama y un sostén colorao del que se le salían las
mamellas, se fue ca la peluquera a apañarse el pelo sin ser fiesta y se pasaba
muncho rato metía en el bater sin tener cagueta. Y a mí la cagueta me daba con
solo pensar en que hubía un zambullo rondándola.
Antiyer me viene con el
sacudiol en la mano y poniéndose en pompa con to el culancano al aire me dice
que le zurriera la pavana.
-Acho si voy con lo que te doy. – Ay María Manuela de mis amores que
malico mestoi poniendo.
Pos mencane y le eche un casquete que le temblaron los baleos, saltaron
las alarmas de los caracolicos y se dispertó medio vecindario. Pos va y me
suelta la sonsa que a ella le apañaría más que yo fuese más guarro en la cama.
Ni corto ni perezoso ayel no me pegue el chapotón diario, me deje los
cuatro pelos en guerrilla que se podían freír almóndigas en ellos, las manos y
los zancarrones más negros que Obama, no
meche flis en los sobacos y otras partes
de mi cuerpo serrano con mas cascarria que el sobaco un chono.
Con mas mierda que el palo un gallinero llego la noche y allí enmedio
de la habitación me quite los carzoncillos como el papel de madalena, me pegue
un regüeldo choricero y al meterme en el catre me tire un peaco de esos que si se enteran los de cuarto milenio me se presentan
pá envestigarlo, moví las sabanas pá que
le llegara la tufaera y la mu pendón desorejao me suelta.
-¡Mia que eres cerdaco nene! –Que eso no es lo que yo quiero bausán,
que quiero que me ates al catre.
¡Copón santo pues podía haber empezao por ahí! Me quite en cincho y le
ate los garrones y las gobanillas juntas a la pata del catre y allí tira en el
suelo, retorcía, con el zamacuco al aire, me dio una lastimica, pero entonces
me suelta que de un envión le calzara la gutifarra, a mi que quieren que les
diga, aquello no me se levantaba ni con el viagra ese, enjamas de los jamases
me hubia pasao una cosa asin, me se movía
menos que el picaporte de cá Majencio, a mí, que eso siempre lo he tenio mas
duro que el cocote Cristo, pos ná ¡que si quieres arroz Catalina! y a mi duenda
le dio la risa floja, ¡tócate el fornel maja!, escojoná como estaba la desate y
me acosté con una pesaombre que me tuvo reinando toa la noche.
Pues hoy va y me viene con la tontasca de que ¿por qué no tenía yo un
salicorcornio en vez de un caracolico? Y que ¿por qué no la hubia montao nunca
en libélula? Que nunca me acordaba de su cumplaños, de que no la hubia llevao
nunca al parís de la Francia, que si no le daba ostras… Mare mía del amor
hermoso ma puesto la caeza como un bombo, con la nochecica que yo he pasao.
Pos el ratico que se ha ido
enzurroná, que tanta paz se ha llevao como se ha dejao, me puesto a rebuscar en
los almarios y mencontrao un libro que se llama no se que de Grey. Pos no me
san salió los ojos porque tenía los parpagos entornaos, pero lo que he leído no
era pá menos. ¡Que marraneria!, ¡que pingocheo! Y el tonto la nona del Grey ese
un fastanma, pero más que mi cuñao, que ya es icir. Vaya un tarugo secucio, salmerón,
pollopera, con la cuca siempre al aire dándole mandanga a la zangaminga ¡y con
un látigo, no se lo pierdan! Este tío es un tonto a las tres por muncho que
madrugue. Menudo tabanazo le daba yo en la melondra, a lo mejor hasta le
gustaba al indio.
Ahora me cuadran munchas cosicas, a mi duenda le han comio la caeza y
quería que yo le comiera otra cosa.
Pos aquí me tienen preparao con la careta de oso del ifraz de carnaval
de mi duenda suegra, unos pantalones esjarraos que mencontrao en la cámara, el
sacudiol en una mano y en la otra un alpicoz pensando a vel qué uso le doy. Lo
de las bolas chinas no lo entendió mu bien y he comprao un juego de petanca en
el to a cien.
Ya les contare si hoy me se
levanta “el ánimo”, o acabare en la casa de socorro de un alpargatazo.
EL DUENDE
No he leído el libro, pero visto lo visto creo que podré siguir aasín...
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