Antes d´ayer me levanto empitonao como es costumbre sana en
mi y m´encuentro al bausán del Pascualón mirándome fijamente al pie del catre,
le tire l´alpargata y con una chilena la colgó en el perchero que la yaya
duenda me regalo pal día que me case.
Como esas moscas cojoneras que no
te pues quitar d´encima lo tuve en mi baño quincenal, ya saben ustedes que hay
que lavarse las taratañas por lo menos una vez cada quince días, manque no
toque.
-chacho ¡cojones! ¿Vas icirme
algo tonto la nona?
Más atascao que´l retrete de la
elfa Dominga, que no caga solido dende que le dijeron que su cuñá se quedaba
con los terrenos de su defunta duenda suegra va y me dice con voz de camionero
acatarrao:
-El eeemboola, el eeemboola, que
ha enllegao al pupupueeblo.
-Tu sí que te has tragao un embólo
¡ejraciao! pero de los gordos.
¡Chacho!, fue salir a la puerta
de mi setica y estaban tos los duendes, elfos, fauna y flora revolucionaos. Tos
los licinciaos del pueblo se hubían reunió en la plaza capitaneaos por mi
duenda suegra, qu´era la pirulla que mas chillaba.
-¡La Chin Lu, amos a por la Chin
Lu que esa se tie toa la culpa!.
Otros chillaban.
-El ancalde qu´estuvo en la punta
de la cana este verano con nuestros dineros, ¡amos a por él!
Mi vecina la cornua voceaba.
-Mi marío ha sio el culpable, que
se fue a por tabaco hace tres años y entoavia no ha vuelto.
Me senté en un risco, m´encendi
una pavica y espere a ver si alguien l´echaba la culpa a mi duenda suegra y entre
tos se la cargaban.
Asín, sin querer queriendo, el
elfo matachinches que tie mu malas pulgas l´arreo un sopapo en la cocorota
calva al tío peines, que no tendrá pelo, pero tie mu mala follica y allí se lio
un sindiós. Porque tú me has dicho, porque tú me has hecho, porque, porque…y allí
ya naide s´acordaba del embola, ni del mono que lo fundo.
Tuvo que venir mi tío duende
Manolo que pá poner paz en estas cosicas se pinta solo y dun silbio que me dejo
tiniente cayo a to quisqui.
-¡Amos a ver alma cantaros!, que
no tenéis ni idea de lo que habláis ni de lo que cucháis. El embola nunca sá
presentao en el pueblo, ni esta, ni se le espera. Vusotros tontos empinaos
hubis oído campanas y no ha replicao nenguna.
Mi tío duende Manolo cogió aire,
siguió con su descurso y el embobao del Pascualón se trago una mosca por estar
con la boca abierta.
-Tos enconoceis a la duenda
Benicia, la que´l calavera de su marido el Fidencio s´acostaba con el elfo Especioso, que por
aquel tiempo tamien quisisteis echar del pueblo por mariposón. Pos la hijastra
del Fidencio no, su prima hermana la Herundina, la que se ennoviajo con Sigerico
qu´entrabaja soplando cristal pá hacer botellas a ca el Baraquisio, el yerno de
la Beranbela la barbuda, la que hace cinco años vino el circo pá llevársela pá
hacer churros con chocolate en la puerta, pues la nieta de la Berandela, la
hija de su pequeño el Crispín, que tie perras pá echarle a los marranos, ¡pues
esa!.
La duenecilla Canuta, que si os acordáis de cuando era una monicaca ya le
gustaba aparentar y sobresalir, lo único que no le sobresalían eran las tetas y
este verano se fue pá los Madriles a que le pusieran un par de buenas
agarraderas y ayer se vino pal pueblo. Enllego a ca su tía pá enseñarle las
nuevas protuberancias y su tío qu´estaba soplando una botella con el Sigerico
al verla ensoplo, ensoplo y reventó el cristal, a lo que el Sigerico exclamo. ¡Qué
par de bolas!
La duenda Benicia que pasaba por allí,
que tos sabéis que dende que´l calavera de su marío se lio con el Especioso
quiso sacar los trapos sucios de to el vecindao y se volvió mas licincia que
las cañetas, oyó lo que lo que quiso y lleno to el pueblo de que en embola hubía
enllegao.
No sois más tontos porque no entrenáis,
¡bausanes!
Dimpues de la última frase
lapidaria de mi tío duende Manolico tos los duendes, elfos, fauna y flora de la
plaza, incluida mi duenda suegra, nos quedamos con la baba corgando. El Pascualón
se volvió a tragar otra mosca y yo me encendí otra pavica.
El ancalde que enllego tarde,
como siempre, no se l´ocurrió otra cosica qu´icir.
-Duendes, elfos, fauna y flora,
juguemos al juego del chirimbolo.
Y allí nos tenías a tos cantando,
riendo, brincando, jugando al juego del chirimbolo.
El juego del chirimbolo
¡que bonico que´s!
con un pie, otro pie,
una mano, otra mano,
con un codo, otro codo,
con la oreja, la otra oreja.
¡el culo de la vieja!