jueves, 30 de junio de 2016

LAS FIESTAS DE SAN FERMIN, EL REGIMEN DEL ALCACIL Y EL CUERNO DE LA DUENDA SUEGRA




¡En mi güiscano últimamente no comemos pero nos reímos más!

A la trajinanta de mi duenda suegra, que no hay día que pase sin que la zambulla saque cosica nueva pa incordiar, le dio por icir que estaba monflona. Dende entonces y por el bien de la mama duenda, mi parienta decidió que no entraba ni una miajica más de pernil a mi setica. 

¡Ca! Las gachamigas, los estofaos, las gazpachás y los potajes con almondigas, se convirtieron en alcaciles ¡Menua tringola a chupar hojas de alcacil que nos pegamos! A los tres días, con angusticia, mas pacencia que el Santo Jo y mas chupao que la pipa un indio, me encontró mi duenda en la lacena rosigando un zoronco pan que llevaba un ratoncico en boca. Por lastimica esa noche cene espárragos ¡que to sea dicho! me supieron a gloria.

A las dos semanas, vísperas de San Fermín y retusaico, me ponía de canto y no me encontraba ni el Lobatón. Me había quedao en las encías y temblando más que el labio un conejo, me subí al peso. Siete kilos menos y la zaratán de mi duenda suegra cuatro kilos más ¡Munchos alcaciles comemos! Sentencio esa noche mi duenda, antes de la supuesta cena que nunca hicimos. 

El día antes de San Fermín, a mi duenda suegra le salió un cuerno en toa la frentaca y a mí me rujian las tripas, como al león que salía enantes de las peniculas del Cinema. Al día siguiente nos amaneció con un rabo en el ojete y yo arrescondio en la cámara escojonao de la risa.

Estas cosicas pa lo licinciaos que somos por estos lares, no se puen esconder y cuando mi duenda suegra se dirigía al matasanos pa lo del cuerno y el rabo, la engancharon los enanos del bombero torero, que estaban montando la plaza pa las fiestas y creyendo que era una vaquilla,  la encerraron en los chiqueros pa torearla a la tarde.

Al enterarse de la pasa, mi chache duende Manolico, que esta últimamente enamoriscao perdió de mi duenda suegra, se nos apareció en el sestero la tarde, vestio con un traje de luces que se agencio en su última pingochá por los Benidores. La montera, rosa chillón, estaba entre una especie de tricornio y sombrero cordobés. El traje de torero era verde fosforito y con peras pequeñicas de colores encendías. La cajica de las pilas en el paquete a la derecha y el pingajo ladeo a la izquierda y al darse la vuelta reparamos que llevaba el culancano al aire ¡Acho! Esto se cuenta y no se cree.

Derrengao de la risa nos fuimos pa la plaza. Pedimos sombra y nos dieron sol ¡Mientras no nos dieran alcaciles! Campaneaban las cinco de la tarde, anuncian que la vaquilla lleva por nombre “Panzabalago” de la ganadería del Duende Jumillano. Con el primer pasodoble se abrieron los toriles, unos mascujeaban garbanzos torraos, otros zurlapeaban de las cantaras, a mi me cantaba la panza el “Ay Macarena, ahh”. 

Se hizo el silencio en el tendio, salió mi duenda suegra bufando, arrascando la arena del redondel y entre la polsaguera se apareció el rumboso de mi chache Manolo sin capote. Valiente como el solico y con un ramo de ababoles coloraos hinco rodilla en tierra y saco una sortija con un pedrolo mas grande, que el supuesto salicornio de la rotonda del camino de los franceses. 

A to esto el cielo se puso más negro que los cojones de un burro, empezó a caer una peñacina y el pedrolo con el que quería conquistar mi chache a mi duenda suegra, hizo de pararrayos partiéndose con una culebrina escarria, en mil pedacicos.

 Resultado de la tarde:

 Tres bomberos toreros escalabraos, un musicaor herido leve con atragantamiento de trompeta, a otro lo encontraron dentro del bombo y el de los platillos apareció tres días después en los llanos de Albacete. Mi chache duende Manolo lleva ahora un peinao con caracolicos chuparanderos a lo afro, que le queda mu bonico. Mi duenda suegra perdió el rabo, el cuerno, dos dientes, pero gano una muela,  la del juicio, que a la vejez tostones, le dio por aflorar.

Iba yo mas reparaico el otro día andurreando por el Cerrico el oro, viendo el fincucho que tie el elfo Usebio por allí, cuando me sale al paso y me pregunta con mu mala follica, por mi cornua duenda suegra. A lo que yo le conteste.

-¡Ssshhh ojico blincaciecas! De mi familia déjame hablar pero no me hagas escuchar.

 A lo que me ice.

-¿Ara que quies secucio? ¿Heredar? ¡Vete a freír espárragos, tonto la nona!

Dimpues del hambre que había pasao, fue nombrarme los espárragos y se me fue el molino.

-¡Vas a zampar truños con alcaciles, so bausán!

Lo agarre del pescuezo, lo lance por los aires y tuvieron que venir  a rescatarlo, los del bombero torero de lo alto de Los Hermanillos.

Cuando llegue a mi güiscano desansiao, me había preparao mi duenda un condumio que no se lo saltaba un galgo y me pegue una forraja de las de zampar a dos carrillos y bola en medio ¡Que Dios tiembla! 

Y saben lo que les digo ¡Que ayunen los santos que no tien tripas! Que más vale olla que bambolla y aquí el que les habla, de lo que rima ¡Modestia aparte! Va sobrao.

EL DUENDE

Colaboración para el libro de fiestas del barrio de San Fermin. Jumilla. Año 2016










jueves, 21 de enero de 2016

LAS PASCUAS Y SUS TRES JODIOS FASTANMAS



Ustes ya saben que las dichosas Pascuas y yo nunca nos hemos llevao del to bien.  ¡Tira Pepe, tira Juan, tira Perico y Sebastián! el caso es que por uno o por otro la casa sin barrer y siempre terminan como el rosario de la Aurora ¡que la verdad sea dicha! nunca he sabio quien coñio era la tal Aurora, pero tuvo que montar tal pifostio con un rosario que´ntoavia s´acuerdan d´ella. 
Pos la mañana de Nochegüena venia yo de coger la oliva, que´ntoavia me quedaban cuatro oliveras del terreno que tengo a medias con el Pascualón, cuando m´encuentro a mi duenda en plenos preparativos Navideños. ¡ca! Me se pusieron los pelos como escarpias y cerrao en banda le dije ¡que´ste año ni Pascuas, ni leches en vinagre! que´l que quisiera fiesta que se la montara en su seta o tocándose la minma, pero que ni por asomo quería c´acudiera naide a tocarme la zambomba, que ya me la tocaba yo casi a diario y bien toca. ¡Pos no veas la que lio aquí mi parienta echa un adufe!

-¡Regüevos el tostonero siempre rezumzuñando! ¡Pos miavel! si que te sulfuras tu por una miajica de na. Si fuera como enantes  ¡pero amos! que son cuatro pelagatos los que vienen y tú con tu tole, tole, tos los santos años ¿Entonces que le digo al sobrino del carnicero cuando venga con el pavo, que se lo ponga de sombrero? ¡Me ties, ay como me ties!

¡Pa que las prisas! Dun blinco me subí pá la cámara y allí con el sentir de los pajaricos  m´encendí una pavica del mediodía. Entre cala y cala ¡chacho! Se formo una humarea que no veía ni tres en un burro ¡Na, más vale humo que escarcha! y seguí con el fumete. A lo que´ntre la polsaguera me s´aparecio un visalmo con lamparones en las taratañas, asín como mi duenda suegra pero sin rulos y con la minma cara del Pascualón cuando no le sale el truño.




 Con una voz de ultatrumba, esto lo sé porque el  Usebio fue una temporá enterraor. Entoavia no sé porque coñio lo engancharon a él pá esos menesteres, pasaba más miedo que once viejas y me pidió a mí una tarde noche, subirme a ayudarlo a enterrar a un defunto mu viejecico c´acababan de traer de La Alqueria. Las manos l´echaban humo de lo encanao que iba con la pala, a lo que yo, enconociéndolo como lo enconocía, le solté un berrio que del cagachín me se pego un batacazo adentro de la fosa que Dios tiembla y dende haya abajota me icía.

-Sácame d´aquí ¡tonto la noonaaa!

Nunca un tonto la nona me hubía sonao tan tretico como aquel.

¡Pos eso, que no poseio! que´l jodio del visalmo tenia la minma voz de ultatrumba que´l Usebio metió aquella tarde junto al Alcarriano. Y va y me ice:

-¡Tú, el de la pava, ehcucha! Hoy recibirás la visita de tres fastanmas y ellos te guiaran a través del tiempo en un viaje qu´enjamás olvidaras.

-¡La ohtia! ¡Copón! ¿Tu d´ande has salió huevón? ¡Que paeces el tío Sain! ¿Tres fastanmas ices? ¿Un viaje? ¡No abarruntes que te veo venir! ¿Mi duenda suegra, mi cuñao y la tocapelotas de la ChinLu? Ya te adelanto que mas pá rriba de la Fuente El Pino no voy, que eso ya es el extranjero, no tengo pasapostre y encima me mareo.

¡Munchas preguntas! M´ice el visalmo de los cojones y ¡cataplun, chin, plun! En la minma nube de humarea  desapareció.



A lo que me descuido el mariconazo de mi sobrino m´agarra el paquete tabaco y pensé en aquel momento que me hubía echao algún yerbajo de esos raros que fuma él y mirando la colilla baje la escalera dando tumbos. Olía a frioleras recién hechas y un niñico Jesús en su pesebre prisidia la estancia. ¡No, si al final sa salió con la suya! Pensé, y al mirar pal poyo me veo asentaos en él juegando a un duenecillo y a un yayo asín mu pareció a mi agüelo duende el del unicornio.

-Adivina, adivinadeta ¿Qué lleva el fraile en la bragueta?

Le icía el yayo al mengajo, a lo que´ste se descojonaba vivo. 

Aluego volvía con otra adivinalla.

-¿Qué le dice una higuera a su hijo? – ¡Hiiigo mííío!

Y el zagalico se cogía la panza y se revolcaba por los suelos de la risa.

-Ven pá ca periñan que amos a juegar al puño puñete.

Y este corría con jolgorio dando traspiés a los brazos de su agüelo.

Entonces s´abrió el portón y entro una yaya duenda con su rodete bien hecho y su mandilico negro a cuadros y remangá, con los brazos en jarras les dijo.

-¡Pero güeno os parecerá bonico! Entoavia ehtais asín sin poneros el majo, que esta noche es Nochegüena y mañana Navidad, saca la bota María que me voy a emborrachar.

Y los tres a coro cantaban.

-¡Ande, ande, ande, la Marimorena, ande, ande, ande que´s la Nochegüena!

-Venga y atiza bien esa lumbre y échale rescoldos al brasero, no deis lugar a que se quede ehto destemplao, que ya vienen por el camino tos con las chirranchas y las panderetas.



De repente to eso que´staba pasando me fue mu familiar, el picaporte se movió y cuando giraron las caricas, vi que´llos eran mis yayos y el periñan yo mesmo de duenecillo. ¡ca! ¡Se cuenta y no cree! Las lagrimicas me bajaban más rápido que una mea cuesta bajo, trague a lo pavo y un repelús recorrió mi cuerpo serrano.  Sin poder parpaguear y como un pasmarote, noto que m´agarran los bajos del pantalón y cuando miro pá bajo me veo a un elfo menudico azafranao y con la cara cosía a pecas. Me ice con voz de pito, que´s el elfo fastanma de las Pascuas pasas y que me´sta enseñando mi pasao.  
Sin que me diera tiempo a decirle lo bordelancano qu´era s´armo una revolica. Las sillas, la mesa, el niñico Jesús y la mare duenda que pario al que hizo esta penicula, volaron por los aires, sinun poco me quedo tuerto por un moniato que tamien le dio por volar y agarrao a una algayata que usaba mi yaya duenda pá colgar la ristra de pimientos, me dije a mi minmo ¡Tócate los pelendengues a ver si entoavia los ties en su sitio! Porque del coídio note que me hubían desaparecio.



Cuando paso to´l follón mi setica se quedo vacía ¡Cucha! to se lo hubía llevao el viento, como a María Sarmiento y hacia una rasca, que los piños me zurrían como unas castañuelas. De repente to s´ennegreció y sentí a alguien llorar en la lacena. Le eche reaños y m´asome con muncho cuidaico y me vi a mi duenda enluta agarra a una perola iciendo.

-¡Que solica te ves estas Pascuas perolica mía! Ya nunca cocerás más de cien peloticas en tus adentros. Él nunca quiso celebrar las Pascuas. Nunca quiso, nunca quiso…

Y volvía a llorar a moco tendio.

Con muncha pesambre, hice amago d´asobinarme a mi duenda querida, pero el caeza espetón del elfo pelopanocha me se volvió aparecer, esta vez con la cara blancuja del Maiquel Yacson en sus últimos años y me ice con voz de pitopitufo estreñio, que´s el elfo fastanma de las Pascuas futuras.  

-¡Amos a ver cara zafa! a ti lo que ta dao es un mal aire. Me ties en un san pacá y san pallá y m´estas alterando la sangre. Eres mas pesao que Fernandico que mato el marrano a besos y m´estas jodiendo más c´una china en un zapato. ¡Ejame ya tranquilo con tus tontascas, que yo creo que ya has hecho bien el fastanma por hoy!
Ya le podías icir misa en latín, que´l tontolaba solo me miraba con esos ojos agüevaos de pavo antes de pegarle el capón.

-¡Acho, dispierta abedul!

¡Y él que si quieres arroz Catalina!

Cuando siento las campanas tocar a ultimas y me vi a mi minmo, como al Alcarriano del Usebio, metió en una fosa. ¡Chacho, por naide pase! Yo que pensaba que iba a durar más que´l culo un mortero en el quicio una puerta y me veo allí ¡listo papeles! ¡La fin del mundo, lo que yo te diga! Me quede con menos fuerza que´l follonazo un choto y me dehmaye.



Cuando recupere el ser de mi persona m´encontraba en la cámara, la humarea hubía desapareció y los pajaricos seguían canturreando una canción del Bisbal. En un prencipio pensé que lo hubía ensoñao to y baje los peldaños que me se hicieron más largos que un día sin pan.
Mi duenda seguía con los preparativos navideños y me fui derechico a ella a darle un buen achuchón.

-¡Regüevos nene, no me atosigue! ¿Qué ramalazo ta dao?

-¡Pos mira nena! Qu´estoy viendo que pá tos los que nos vamos a juntar paecen pocas las frioleras ca traído tu mare. Apaña la masa que ahora minmo nos ponemos a hacer mas. Y ¡ojico! Saca la perola grandota que´stas Pascuas yo me como las cien pelotas que s´amasen.  Voy a llamar a to quisqui pá que s´acerquen esta noche por el güiscano y que no se les olviden las chirranchas y las panderetas ¿Sabes por qué? Porque ¡Esta noche es Nochegüena y mañana Navidad, saca la bota María que me voy a emborrachar…!

No hubía terminao de canturrear el villancico cuando tocan al portón, abro y m´encuentro al pelopanocha del elfo con un pavo metió por el sobaco. Le solté un sopapo que ni lo vio venir,  a lo que mi duenda salió pitando iciendo.

-¿Acho, tas vuelto majara? Que´s el  Celipe, el sobrino del carnicero que ha venio estas fiestas dende Ontur pá echarle una manecica en la carnicería.



Y yo con muncha alegría en mi cuerpo sandunguero y mirando al azafranao a sus ojos agüevaos le dije.

¡Te la debía!

EL DUENDE