Españoles, españolas,
Jumillanicos y Jumillanicas.
Alcarrianos, Fuente Pineros, duendes, elfos, trolls, hadas, ninfas, brujicas
y otros seres de la fauna y flora que me rodean. Me llena d´orgullo y
satisfacción el decir a boca llena que mi duenda suegra tie puesta una pata
fuera de mi setica.
Comencipiemos por el día en el que al canco del rey duende le
dio por icir que estaba hasta los mismísimos pelendengues y que se jubilaba,
manque fuera con media pensión, que pá tomarse unos chiringuanguis en los Benidores
y ligar con dos o tres guiris le sobraba.
La noticia corrió como la pólvora, ya
s´encargo el Pascualón d´nunciarlo por tos los rincones del mundo mundial y a mí
me pillo echándole un vistacico a los melocotoneros del tío elfo Serapio y de
paso midiéndole a dos manos los melocotones a su elfa, que hubían cogió
colorcico ese domingo en el charco el zorro. Me llegó chillando el bausán y del
cagachín por poco hago zumo. Icia que el
próximo rey duende iba a ser el Felipón, el zagal pequeño que se le caso con la Leti, la nieta elfa del cochero, que por
nombre iba a llevar Felipe sexto, como el Camilo pero sin canturrear lo de que
está harto de rodar como una noria. El licinciao que s´entera de to nos dijo
que la corona la iba a hacer el Frasquito en la fragua que le dejo su padrastro
Fracho el huevón, que el mote le venía porque tos los días fundía la
cerradura de su güiscano con el soplete pá entrar.
Al cabo de dos días mi duenda
suegra que andaba nervosia con que no sabía que ponerse pá la coronación real, m´parece
en medio la cocina vestia de manola pá que su hija le cogiera los bajos del
vestio. Con toas las patancanas al aire, los muslancanos colganderos, la braga faja y la peineta, asín se l´ancontró
mi tío duende Manolo que fue a decirme que ya iba a tener con quien segar en
las noches locas de los Benidores. Se la quedo mirando con ojicos golosones y a
la tía zopenco cuarterona no se le vio atisbo de bajarse la ropa, al revés, cuantinimas
la miraba mas s´arremangaba el vestio pá rriba, a mi me dio un retortijón y me fui a cagar.
Esa noche volvió mi tío duende Manolo
con un ramo de cardos seteros y se los dio a la pájara pá que hiciera un cocido. Al día siguiente
volvió con kilo y medio de chatos y a la noche con dos kilos de alcaciles. Al día
siguiente con un manojo acelgas y a la noche…a la noche lo cogí por banda y le
dije que me paecia mu bien que estuviera ronroneando a mi duenda suegra, que
hasta me se caía la baba del gusto pero, ¡chacho, por Dios santo!, que viniera
de vez en cuando con un tocino d´a palmo, con unos choricicos, o si el amor que
le tenía era muncho, que se le viera el detalle con un buen jamón de pata
negra. ¡Pero coñio! mas verdasca no, que me tenía dos días con cagalera.
Me conto que el domingo de resurrección
cuando la vio con el traje de manola, se le puso un nudo en la galillo, que le
revoloteaban gamusinos en la panza y que le temblaban hasta las orejas. ¡Odo,
igualicamente que a mí! cuando la veo m´atraganto, me dan ganas de cagar y me
se cierran los pámpanos. Me dijo, que dende que aquella duenda que tuvo hace
muncho por novia se lo dejo plantao por irse con un elfo que tenía una Guzzi
colorá nunca le hubia pasao esto, ni con las brujicas guiris de los Benidores ,
ni con las hadas de los Madriles que bailaban el chotis en horizontal, ni con
la elfa de las Encebras viuda de Joseico que lo invitaba a garbanzos torraos y
se pegaba buenas torreaeras con ella, con nenguna ná mas que con mi duenda
suegra.
A mí me estaba dando un gustirrinin
de oírlo y ya la remate final cuando me suelta que se la quiere llevar a enconocer
mundo.
Los duendes vivimos munchos
siglos, he visto munchos papas, munchos reyes y un solo presentador de saber y
ganar pero, nunca he visto que alguien se camele a mi duenda suegra y se la
lleve lejos, mu lejos de mi. Crucemos los dedos y ¡Qué Dios reparta suerte!
EL DUENDE
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