Yo a mi duenda mama la quiero
muncho, nos vemos d´uvas a peras pero el encariñamiento siempre está presente,
véase el par de sopapos que m´arreo el día qu´enllego. Un elfo qu´enconoci yo
en la mili que era más negro cun cerote icia que´l que no se paece a los suyos
es un marrano. Su pare, un capitán rojancano de la legión y su mare, amarilla
con los ojos rajaos, filandesa, que suena a queso d´untar pero es un pueblo de
esos mundos de Dios. Icen que yo me
parezco muncho a la mama y la verdad sea dicha, estoy mu orgulloso de ese
parecer.
Tenemos muncho en común, el papa
por ejemplo, y salvo el pelo, los ojos, la nariz, las manos y el cuerpo en
general, somos idénticos. Mi duenda mama lo mismo te llena de besos babosos que
t´arranca la caeza de cuajo, te tira una alpargata con efecto que te da un
abrazo chillao, ¡ella es asín!. La llamamos cariñosamente el gogle. No hay
duenda por más viejecica que sea en el pueblo que no sepa lo que sabe ella. S´
enconoce a tos los duendes, los elfos, fauna y flora que nos rodea. La alpurnio
de mi duenda suegra la tie como licincia, ¡pero ni muncho menos!, ya quisiera
la sartén paecerse al cazo y d´ste cacico tenemos muncho qu´aprender.
¡Eso sí!, casca mas cun
sacamuelas, tie comesacio pá to. La paz
y la tranquilidad que tenia en mi seta dende que mi duenda suegra se fue con mi
tío duende Manolo a descubrir el país vecino, Yecla, me se fue a tomar viento
fresco la farola.
Un día comiendo.
-Hijico duende me tenías mu
abandoná, t´escribi una carta que nunca contestaste. Te la mande con el elfo
Aurelio que venía del Carche y bien te dije en ella que fueras a buscarlo
porque la burra la tenia enfermica, que´l pensaba que le duraba menos que un
duendetelediario y no llegaba ni a la Pinosa. Que la cosa no anda bien, pero
tampoco mal, la cosa no anda, escupe y
cuando escupe huye en bercicleta. ¡Ya sabes y que aluego no te sirva d´espanto!, que si ties un yogur de fresica acida en el
fregorifico no hables con él que lo mesmo esta caducao.
Mi mama se metía la sopa con
gachamiga en la boca y aprisica, aprisica la mascujeaba, cogía aire y seguía
dándome consejos y explicaciones.
-Al tío duende Venancio hace
muncho que no lo vemos por el pueblo, se metió a entrabajar en l´alcoholera y s´ahogo
en un bidón de ginebra ¿sabes nene? algunos
duendes se tiraron a salvarlo pero el lucho valientemente contra ellos. Tardaron
tres días en apagar el fuego cuando lo cremamos y dende entonces no se la ha
visto el pelo. ¡Pos que me tie a mi preocupa el tío Venancio!, a él que le
gusta tanto el alpiste y no fue ni a la cabalgata de Reyes, ni a las misas de
la duenda Jacinta la caramocho. A las
seis de la mañana cuando el sol está en las cumbres hay mas...!pá que te voy a
dar explicaciones si tú a las seis de la mañana estas en to lo tuyo!. ¡Y de esto que no s´entere naide!.
Terminamos de comer prometiéndole
que no saldría de nuestras bocas lo dicho por ella. Las dos recogían la mesa y
aquí el chache
s´echaba la siesta.
A la noche cenando la misma
reparandoria.
-Hijico duende, nunca olvides que
¡siempre es verano con el pepino en la mano!, que la vida es contraria y l´almólfera
mu cambiante. Que lo mesmo es de noche, que de día, el negro, el blanco, la
sandia, el melón de agua, el queso fresco y el curao, ¡atiende! ¿Tu sabias que
el tío duende Regomello hubía inventao las gambas rebozas? ¡Ah y cuida las
alábegas que las ties mu muertas! ¡Pos eso!. La serona de la duenda Faemina,
que tie canas en to lo negro, ice que lo suyo es suyo y lo mío suyo, ¡los
cojones adobaos! que dijera el pare, que por cierto, tu pare te manda recuerdos
y regüeldos. !Cucha! ¿Sabías que a tu pare qu´esta pitopausico y le ha dao por
cuchar a la Camela?. ¡Pos que no me hablo con la Faemina! Y to por cun día qu´olía
avinagrao me piso lo sembrao y porque le di un escobazo en la cepa la oreja,
que to sea dicho, se quedo priva, se enfurruño conmigo, ¡ya ves tu l´atun!,
ella que se combalacho con la de la seta d´arriba pá bailar salsa y yo pá comérmela.
¡Bien comio, bien bebió ¿que mas quieres cuerpo mío?!
Dimpues de estar unas horicas comiendo
castañas y charrando, la buena de mi mama duenda me dice.
-A una parientica mía le pasa
como a mí, lo mesmo saca el paraguas, que se acuesta a las ocho, es igual o al
revés, no sé si
m´explico bien.
Yo a la mama la entiendo tan,
pero tan bien que no hacen falta explicaciones, pienso lo mesmo que ella, ¡ya
que tos habláramos tan claro en esta vida!.
Me levante p´acostarme y me dice
con carica de sueño y bostezando tanto que parecía su boca un túnel
-Y ara ¿Que marcha me llevas?
-Tengo más sueño que una cestica
de gaticos al orico la lumbre.
-Buenas noches hijico duenecillo,
que sueñes con perniles y elefantes moraos.
Me dio cuatro o cinco besicos en
el moflete y m´acoste más feliz que una perdiz bien arrepretujaico con mi
duenda, pá que no pasara ni el viento entre ella y yo.
¡Esto sí es felicidad!
EL DUENDE