miércoles, 4 de diciembre de 2013

PÁ SAN ANDRÉS MATA TU RES




El duende Andresico, hijo de un primo segundo de mi pare duende que se caso con la elfa Andresa, hija de la elfa Andresica, pariente también de mi pare duende que no se llama Andrés pero poco le falto, celebra tos los años el santo de su familia con la matanza de un cochino y no les hablo del Agustinico el tromparcuza, si no de un cerdo al que durante el año ceban bien pá que ese día y los siguientes nos alimente la tripa con sus generosas carnes.


Hacia un frio de cojones, el aguardiente corría como la pólvora y abrigaos hasta las orejas agarramos al puerco y lo sacamos de la cochiquera, con tan mala suerte que, con las manos tan helas que llevábamos se nos escapo el condenao a lo que mi duenda suegra, ya experta en rodeos americanos dende aquel san Fermín en que se monto a lomos del torico, pos hizo lo mesmo con el marrano y pegando blincos nos lo trajo a camino pudiéndolo echar asín a la mesa pá meterle el cuchillo por el cuello y hacerle la sangría. El alimalico comenzó a chillar, los duenecillos mas guachos a berrear, nusotros a hacerle la permanente y cuando estaba listo papeles el matarife del duende Andrés pare comenzó a descuartizarlo.



La caretica y el morro a la brasa, el mortiriuelo sopa y atrás, los tropezones y venga vino y mas vino, ni los bailoteos, ni las hojas de col me bajaban el tonteo que llevaba encima y sin querer queriendo pos que le agarre el culo a la chacha Manuela, una duenda parienta del Andresico bien entra en carnes que se quedo viuda hace tantismo tiempo que no s´acordaba de lo que era un buen meneo en el culo. Me guiño un ojo y me hizo señas pá que la siguiera, a lo que yo, que no me pierdo ni una pos la seguí. Nos metimos dentro la cueva y allí me s´arremango la falda p´arriba y me dijo que l´ayudara a quitarle la faja. Chacho ni mi duenda suegra llevaba ya esas bragancanas de cuello vuelto, ¡que penitencia la virgen!, aquello no salía ni a la de tres, la chacha Manuela a cada rato se ponía mas morá, yo colorao, ella negra, empecé a sudar como un pollico y cuando por fin la faja cedió y se la baje a los tobillos se pego un peancano que retumbo toica la cueva, la lámpara de wuasosqui acabo en el suelo hecha trizas, las sabanas con la ventisca volaron, las puertas y ventanas se abrieron, los gatos maullaron, los perros aullaron y se marchitaron tres alábegas y un geranio. Una bomba nucliar no hubía armao tanto follón como el follonazo de la chacha Manuela.

-Hijico ¿habrá sio la col?


¡La mare duenda que me pario!, yo no sé si fue la col pero a mí me tuvieron que poner tres mascaras de oxigeno y ni con esas levantaba caeza. ¡Pero pijo!, ¡ni en mi vida ni en mi alma!, aquello no lo hubía vivió yo enjamas de los jamases.
Mi duenda a la noche estando yo convaleciente, m´aparece en medio la recamara con el picardías morao de cuando leyó al tonto la nona del Grey y remangándoselo p´arriba me dejo ver unas bragas como las de la chacha Manuela y me dijo.

-¿M´ayudas a quitármelas?


Y yo, pobretico de mi,  con el soponcio metió entoavia en el cuerpo, ¿qué quieren que les diga?, pos que me dio por llorar. A mí la pasa por guarro me vino mu requetebién pá escarmentar, icen que a cada cerdo le llega su san Martin y el día de san Andrés hubieron dos cerdicos que cayeron en el acto, el cochinico y el que les habla.

EL DUENDE.






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