jueves, 6 de febrero de 2014

CHIN LU, CHIN AGUA Y CHIN NA



Ara pasas las fiestas, al orico la lumbre, con el brazo en cabestrillo, dos brechas en la caeza, un ojo a la funerala y un costipao de aquí te espero, les puedo asegurar que estas han sio las  navidades más raras dende que tengo uso de razón.

To comenzó el día antes de nochegüena. Tres setas mas pá ya de mi güiscano montaron un chino filipino que fue la revolución pá to el vecindao, las lucecicas se veían dende la Alquería y el belén del vidriao era pá verlo. El niñico Jesús  les salió visco y manco, la virgen María tizna y joroba y san José con cara de remorcico de apendis. La burrica era un perro verde y el buey  calcaico al Flugencio, solo que este lleva más cuernos que el alimalico. Del angelico ni hablamos, porque lo dejaron cojico y con tres ojos, cuatro si contamos con el del ojete.


 Me fui pá ya a ver si m´agenciaba una escopeta de perdigones, por aquello de que las fiestas siempre me traen poblemas  y aquello estaba abarrotao, ni el Cinema en sus buenos tiempos hubía tenio mas duendes arremolinaos, ¡cualquiera encontraba allí algo!, llame a la chin lu y le dije lo de la escopeta y ella haciéndome reverencias me trajo tres pares de pendientes reflectantes, unas zapatillas con la cara d´un oso con retortijón, un cuadro con dos javalises coloraos, una fridera, un repartiol y unas orejeras morás. ¡Chacho!, aun me pregunto ¿que entendió cuando le dije lo de la escopeta? Y me Salí de allí con las minmas. ¡Poscuchusted!, vaya chino capuchino de peseta, que tien de to menos escopeta.  Mia las orejeras me hubían venio bien pá mi duenda suegra, que en pleno invierno paece que esté dando el intermitente con los baleos


Me fui pal bar y con mas pacencia que el santo Jo, como tos los puñeteros días, pregunte a los de la partida si sabían algo de mi duende suegro, los mu jodios si saben algo se lo callan y agarre a mi guachico el morenico y me fui a dar un voltio con él.
Me lo lleve a los bancales del tío elfo Serapio y allí iba yo dándole comesacion y  explicándole que los terrenos se los hubía dejao en herencia la Mirinda, una tía elfa de él con el pelo azafranao que no tenia discindencia. Se llevaban viendo a escondías munchos años y un buen día el Panduro el malcasaó hizo el apañijo y se la llevo a las Américas, con tan mala fortuna que en el trayeto se la merendó un llus con mala folla y el Serapio c´abarruntaba jaspa, como único discindiente vivo se hizo con to los terrenos y perricas que tenia la buena elfa. Este monto una pescateria deaporná con la Alfonsa  y ahí le tienes cortándole a machetazo vivo las cabezas a las llusesicos en honor a la Mirinda


Con la trápala, cuando eché mano, mi morenico se hubía quedao escujao, se levanto bufaica y m´agache a coger la toquilla cuando jipe al Pascualon por el caminico a prisica, a prisica que m´entra hambre con dos garrafas de vino y un queso en la melondra, le pegue un silvio y salió corriendo con cagachín como si hubía visto una parición. Llegue a mi setica dándole a la melondra, manque este tío es por ande le da, lo minmo te pega abrazos y besos que le da por chupar candaos. Ya me extrañaba a mí que el otro día le hubía preguntao si este año le ayudaba a coger  oliva y me dijo que no, raro, mu raro, pero yo pobretico de mi no sabía en aquel momento lo que se traía entre manos. Al que también hacía tiempo que no le veía el pelo era a mi tío duende Manolico, pero amos, que a eso tampoco le echaba yo cuentas porque me lo hacía  en los Benidores torrando habas.



Pá la nochegüena estaba yo mu contentico porque mi duenda suegra s´abia ido pá la costa a visitar a su hermanica duenda, que se fue siendo mocica a servir con unos elfos adineraos dueños de una fábrica de embutidos. Allí se enamorisco del  Ambrosio perniles, que trabajaba en la fabrica haciendo chorizos y se casaron, con el tiempo trespasaron la tienda y se la agenciaron ellos y mi duenda suegra cada año con la matanza, les hace viaje con los embutios de la tierra pá que allí los guiris sepan lo que es un buen comer.

Sin mi duenda suegra avestrú a la vista, con mi morenico jugando al adivina adivinalleta que lleva el fraile en la bragueta y haciéndole la rata en la pared, mi duenda preparando la cena y yo con mis veinte peloticas pá hacer boca, éramos mu felices. Mi yaya duenda que tenia refranes pá to ya me icía que la felicidá en la casa del pobre poco dura y qué razón tenía la buena yaya duenda. Acabaó de terminar el descurso de la pasica del rey duende en la duendevision, que tos los años nos ice que nos portemos bien y demos ejemplo como su familia, aporrearon la puerta.


 Yo, a falta de escopeta me cogí el rulo gordo de amasar y abrí el portón con muncho cuidaico.  ¡En mi vida y en mi alma hubía pasao tanto sustaco!, la zurrona de mi cuñá duenda m´aparecio con un abrigón de oso polar y yo que no estoy acostumbrao a ver osos por estos lares le pegue el palizón de su vida, cuando descubrí que era la jodia aun le sacudí dos mamporrazos mas por lista y mi cuñao el fastanma agarro el rulo y me empezó a pegar rulazos a mí.


Allí dando viletas por los suelos, con el ojo a la funerala me s´parecio el Pascualon, mi tío duende Manolo y mi duende suegro arrepretujandole chicha a la chin lu del chino capuchino. Me levante como el que lleva avispas en culo y agarre a mi duende suegro por el pescuezo. La chin lu comenzó a dar volteletas en el aire y chillando como en las peniculas del Brucele me hizo una llave de taikondo en tol brazo derecho parte arriba. ¡La mare duenda china filipina que la pario! ¡Coñio! siesque ni la vi llegar y eso que llevaba más lucecicas encima cún puticlu al caer la noche.


Tirao en el suelo quejándome malamente y con la poca visión que me quedaba, me veo entrar por la puerta a mi duenda suegra agitando una botella de champan del bueno en to lo alto la caeza de mi duende suegro y yo en mi buen hacer, pá no quedarnos sin el champan, me lance a ella como un spucnik y el botellazo me lo lleve yo. Empecé a ver estrellicas y lo último que recuerdo es a mi cuñao duende el morenico haciendo pucheros  con el anuncio de navidá, ese en el que sale la Monse Caballe, el Rafael y otros energúmenos acojonando al personal.  Aluego me contaron lo de la casa de socorro pero, eso ya es otra historia.



EL DUENDE



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